¿Crees que puedes vivir eternamente? Yo creo que si puedes.

✍️ por Wilfredo Domínguez English

Una introducción política a la eternidad.

Mmm, quien quita que tú seas el primer Juanito el Inmortal zapateando loma arriba y loma abajo por las calles de tu barrio. Sin embargo, mucho ¡OJO! Hoy por hoy la ignorancia goza en AmeriKa de todos los privilegios de una carta en blanco supuestamente firmada por el General Juan Manuel Rosas — incuestionable e intocable. Así que no se te ocurra aparecerte con este cuento de vivir eternamente en el próximo town hall. Hablo en serio. Tu representante distrital se pondrá nervioso, forzará una sonrisa hipócrita y luego buscará una manera ingeniosa de esquivar el tema por completo.

Créeme — los políticos saben cómo dejar en ridículo a los chistosos — ¿tú, quizás? — y hacerlos parecer idiotas. ¿No te gusta lo que te digo? Entonces mírame a los ojos y dime que me equivoco. Vamos. Dispara. Aquí estoy.

Mira, lo mejor que te puede pasar es que tu distrito esté lleno de votantes razonablemente educados con un poco de sentido común. En ese caso, tu representante se verá obligado a decir algo como:
¡Qué buena idea! Me encantaría sentarme a conversar contigo sobre la vida eterna — algún día, después de la reunión, claro. Si te parece bien.

¿Quieres que te traduzca al inglés lo que el HDLGP realmente quiso decir?
Ahí va: eres un dolor de huevos peligroso, y tu representante necesita sacarte del camino — con cortesía, por supuesto, pero de inmediato.

Y tendrías suerte si la cosa termina ahí.

Porque si tu distrito es un corral lleno de focas obedientes que aplauden a la orden del político de turno, estás jodido, amigo mío. Tu representante incluso podría darle la bienvenida a tu propuesta eterna dentro del circo vecinal — no para escucharte, sino para añadir un poco de payasería que estimule a los asistentes antes de la próxima votación sobre fondos y financiamiento. Pero, por favor — te lo ruego — no caigas en la trampa, porque es fea. Muy fea, en realidad.

La asamblea podría convertirse de repente en una orgía bíblica. Te ridiculizarán, te ignorarán o, peor aún — te arrojarán rositas de maíz, te bañarán en Pepsi y te sacarán de allí a pata'por'culo.

De una forma u otra, solo habrá un ganador: tu representante distrital. Y tú se lo habrás puesto en bandeja de plata, envuelta en celofán con lacito y todo.




La Negación de la Negación al Mando


El concepto es tan viejo como Marx — la famosa negación de la negación, ese truco dialéctico con el que todo abuso se convierte en un paso necesario hacia una supuesta síntesis superior. En la Cuba de Fidel Castro lo viví en carne propia: la represión era justificada como avance, la censura como defensa, el hambre como sacrificio revolucionario.

Hoy, en AmeriKa la situación es muy similar, aunque con un disfraz más ostentoso. La negación del pensamiento crítico disfrazada de patriotismo barato no deja de ser burda y deshonesta en extremo. La negación de quien disiente se vende como libertad. Y lo más perverso: la negación de la verdad se celebra como si fuera un triunfo de la democracia. Eso es la negación de la negación al mando — el absurdo elevado a categoría política.

Los políticos desfilan como héroes de la ignorancia funcional, convencidos de que manipular es gobernar. Y mientras tanto, la gente aplaude, convencida de que huele a aire fresco... cuando en realidad es el mismo hedor de autoritarismo reciclado con otra bandera.



¿Visión y Perspectiva? Opcionales. ¿La Realidad y los Hechos? Negociables


Elegimos a estos payasos que llamamos políticos para que nos representen — ¡qué chiste de mierda! — trogloditas que, si les sirviera a sus miserables objetivos, negarían que en la antigua Roma los niños morían por montones. Niños que hoy — gracias a las vacunas y la ciencia — vivirían mucho más allá de los diez años en países desarrollados e incluso en los no tan desarrollados.

Infancia en la antigua Roma.
Infancia en la Antigua Roma.
Off the record: durante el Imperio Romano, entre el 30% y el 40% de los niños morían antes de cumplir los diez años. Metele cabeza por un momento.

Cínicamente, esta misma gente a la que hemos escogido para des-gobernarnos me llamaría imbecil por afirmar que nadie en el París de 1800 pudo haber soñado con porno en Cinemascope!



¿En serio quieres vivir eternamente? Está bien, te entiendo. No estás loco — y, por si te interesa saberlo, no estás solo.

La historia está llena de imposibles — hasta que simplemente dejan de serlo. Vivir para siempre podría ser uno de ellos. ¿Quién sabe? Así que, ¿por qué no dejamos de burlarnos del tema y empezamos a preguntarnos qué es lo que realmente podría ser posible después de todo?

Mira, por mucho que se hable, la idea de vivir eternamente no es la estrella de cine recien llegada al barrio. Ha estádo con nosotros desde que pusimos el primer pie en la Tierra. ¿Quieres saber por qué? Facilito, amigo mío — estamos cagados de miedo cuando pensamos que un día de estos nos vamos a morir. Ahí está la raíz de todo. Créeme.

Ahora bien, ¿te preguntas qué significa realmente vivir para siempre y qué haría falta para lograrlo?

Empecemos con algunos de los científicos y futuristas más ambiciosos del planeta, que creen que la vida eterna no solo es posible — sino incluso probable. Claro, la idea suena a ciencia ficción, pero los avances en biotecnología, medicina regenerativa e inteligencia artificial están preparando el terreno para un futuro en el que el proceso de envejecimiento no solo se retrase — sino que se detenga, o incluso se revierta. Y la verdad, no tengo mucho que argumentar en contra de semejante locura.

Con lo que sí choco — todo el tiempo — es con la afirmación contraria: que vivir para siempre es imposible. Me pasa a cada rato. Demasiado a menudo me topo con pretendientes a genios que me obligan a inventarme la respuesta más ingeniosa a los análisis más estúpidos que uno pueda imaginar. Y no — la idea de que podamos vivir para siempre no es la parte idiota de la conversación. Lo idiota es insistir en que no se puede.

Aquí tienes algo para leer mientras hago los cálculos por ti